Era un día nublado, un poco extraño. Como era domingo me puse a estudiar y terminar los deberes que me faltaban. Mi madre salió a hacer unas compras y, al volver, estuvo preparando la cena. Al terminar mis deberes, oí la voz de mi madre diciendo “¡Cariño, la cena ya está lista!” Me dirigía a bajar las escaleras cuando alguien me tapó la boca con la mano. Resultó ser mi madre diciéndome “Shhhhh, esa no era yo”. Nizar Baroudi (4º D)