Eran conocidos por toda la ciudad, “los noctámbulos” los llamaban. No había persona en Nueva York que no hubiese escuchado su apodo. Su fama comenzó una noche de invierno de un domingo cualquiera. A escasos minutos del cierre del local, y con un par de copas de más, una pareja de viejos conocidos comenzó lo que en un futuro se convertiría en otra más de las tradiciones ocultas de la inmensa ciudad. Cada noche, más gente acudía a ese modesto bar tan solo para escuchar las brillantes y retorcidas historias que estos personajes relataban: desde cuentos fantásticos hasta trágicas comedias románticas, no había día ( o más bien noche) en que estos modestos actores no sorprendieran a su cada vez más considerable público. Esta peculiar pareja era capaz de aliviar el estrés y el malestar producidos por una intensa jornadas en las calles de “la Gran Manzana2. Sin embargo, tras unos pocos días de fama y , una vez que la novedad se hubo desvanecido, el bar volvió a ser el mismo de siempre, con la única presencia de una curiosa pareja llamada “los noctámbulos”.
María Bravo (4º C)