A veces quiero ser un árbol. Vivir sin obligaciones, preocupaciones, sin estrés, ni tristeza, sin presión o problemas de ningún tipo. Ser más duro que los problemas de la vida y no sufrir por ninguno de ellos. Que cuando reflexiones sobre tu vida no te sientas mal, que no tengas que ocultar siempre tus sentimientos para parecer duro, que no te des cuenta de que no eres tan fuerte como siempre has creído que eres. A los árboles no les pasa eso, y, no tener emociones ni problemas, es mucho mejor que fingir que no los tienes para no ser una carga para los demás. Cuando siento un vacío en mi interior a pesar de haber trabajado duro para conseguir los objetivos que tanto me han costado alcanzar quiero ser un árbol. Cuando me doy cuenta de que la única fuente de mi felicidad es la mayor fuente de mi sufrimiento quiero ser un árbol. Cuando siento que me entienden mejor las canciones de Linkin Park que mis amigos y familiares más cercanos quiero ser un árbol. Los árboles aportan oxígeno al planeta, no lo roban de forma innecesaria. A veces no quiero tener responsabilidades, no quiero estar enamorado de alguien que no me quiere durante mucho tiempo, ni hacer perder el tiempo a otras personas. A veces pienso que no quiero hacer nada. A veces quiero ser un árbol.