Fotoperiodismo “La Jarosa”

 

 

He aquí un embalse que para muchas personas puede parecer común pero para otras personas, entre las que yo me incluyo, es el lugar donde pasamos mucho tiempo de nuestra infancia. Aún me acuerdo cuando fui por primera vez a la Jarosa de Guadarrama, era mi primera vez en el bosque y disfruté mirando todas las especies distintas de animales que residían en ese conjunto de árboles, raíces, plantas y agua que consideraban su hogar. Fue aquí donde yo descubrí que pertenecía al bosque y que la ciudad se me hacía cada vez más grande, tediosa, incluso me atrevería a decir que incompleta a diferencia de la Jarosa donde me sentía y me siento libre… Recuerdo las inquietantes salidas nocturnas acompañadas del aleteo constante de los pájaros y los crujidos que hacían los roedores buscando comida entre las hojas; por la noche todo era más tétrico pero el sentimiento de tranquilidad y sosiego que transmitía la propia naturaleza era demasiado fuerte para que el miedo pudiera vencerlo. Cuando se hacía de día, esa intranquilidad se desvanecía y era reemplazado por la felicidad de los niños chapoteando en la laguna y correteando por el bosque saltando los troncos, metiéndose en los matorrales y persiguiendo a las graciosas y raudas ardillas hasta que encontraban refugio en la seguridad de sus árboles, al igual que yo que cuando me sentía hostigado por la tristeza corría hasta la amabilidad de la olorosa jara, que siempre me acogía como un abrazo materno. Hoy he vuelto a vivir mi niñez, a saborear mi tierna infancia, hoy he acariciado con ansia la felicidad más absoluta. Por todas estas razones este embalse es distinto para mí, ya que siempre que voy me siento como el niño que era antes. (Axel Dolby Navas, 4ºA)

 

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